José Rafael Revenga
Diciembre 7, 2009
Las jugadas tácticas recomendadas por la Sala junto con las máximas autoridades financieras han resultado en aciertos significativos. Después de dos o tres días de vituperaciones amenazantes, el discurso oficial intentó retornar a la calma la cual se robusteció al incorporar a cinco sólidos bancos privados a compartir con el principal banco oficial la engorrosa logística de restituir, hasta por el límite legal, los depósitos a sus dueños vulnerados.
Los bancos privados, quienes a escasos cinco días antes habían sido colocados en “la pantalla de radar” como blancos por abatir cuando se diera la orden: “disparen a discreción”, ahora eran invitados a colaborar para proyectar una elusiva “confianza”.
EL TERCIO DE VARAS
No obstante, la faena de la corrida está sólo en su primer tercio, “el tercio de varas”, a fin de comprobar la condición del toro. Mientras el matador se adorna con gaoneras, el picador infiere una serie de puyazos en el lomo del animal a fin de medir su bravura, su ánimo para embestir y “bajarle” la cabeza.
Ya se declaró, bajo los sones de algún pasodoble, la “hegemonía” del sector bancario oficial. En otras palabras, su predominancia sobre el sector bancario privado. Esto no es motivo de extrañeza dado que los depósitos oficiales en la banca privada alcanzaban para septiembre de este año unos veinticuatro mil millones de dólares. Un monto equivalente a uno de cada cuatro bolívares que se encuentran en las bóvedas virtuales de la banca privada.
Más aún, son bien conocidas todas las disposiciones gubernamentales que maniatan a la banca privada a fin de que cumpla, en porcentajes pre-asignados, con el otorgamiento de facilidades crediticias a actividades especificadas sin mayor consideración a su viabilidad económica. De hecho, el destino de los depósitos de los ciudadanos y de los entes públicos colocados en la banca privada están totalmente expuestos a los designios del Primer Ejecutor.
Es argumentable que la “hegemonía” no llegará, durante el 2010, a tomar la forma de la estatización de la banca privada. La prospectiva más probable es la de una afirmación progresiva del control sobre las actividades fundamentales de los tradicionalmente confiables y eficaces bancos privados que aún permanecen en el ruedo.
De ser así, el año por llegar nos brindaría una sorpresa aceptable y pasaríamos al segundo tercio de la fiesta: el de las banderillas que si bien causan una urticaria en el morrillo, su función es la de avivar a quienes reciben su impacto.
LAS OPCIONES DE SALIDA
Si la banca privada gestiona con criterio de eficacia, ofrece un servicio ágil e innovador para su clientela y se mantiene maleable frente a las disposiciones oficiales junto con un posicionamiento de colaboración social, seguramente evitaría el llamado de la Presidencia de la corrida a que se dé inicio al último tercio, al tercio “de la muerte”.
Por otra parte, la Sala Oficial y su Comando Estratégico seguramente incluirán en sus inteligentes elucubraciones el recuerdo del trágico incidente del cual fue victimario y víctima un joven torero –El Yiyo- quien hace casi veinticinco años después de una muy artística lidia la cual corona con una sublime estocada con efecto mortal, se da la vuelta y se dirige al público para recoger los ansiados aplausos mientras el astado, con una última embestida, le penetra la espalda con uno de sus cuernos y le alcanza el corazón.
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