11/2/11

LA INTELIGENCIA FALLIDA

José Rafael Revenga                                                       Febrero 14, 2011

La "batalla de Tahrir" continúa y contrario al cálculo del gobierno a cargo del general Omar Suleimán actuando como apoderado de las FF.AA, su impulso local y su resonancia regional y mundial van in crescendo.

Está en juego el acontecimiento histórico de mayor proyección en lo que va del siglo XXI.La primera reacción común a todo GPS es la perplejidad frente al factor "sorpresa". ¿Cómo se explica que los billonarios gastos de las agencias de inteligencia no hayan dado ni siquierza un preaviso de lo que podía ocurrir. Washinton, Riyadh, Tel Aviv, Moscú, Bruselas todos fueron embestidos por los acontecimientos que los agarra totalmente desprevenidos.

Las comisiones investigadoras del 9/11 concluyeron que la falla de las organizaciones responsables por tomarle el pulso a los acontecimientos, a las tendecias y a estimar probabilidades de sucesos de alto impacto fue no la ausencia de información creíble,verificable y accionable sino la falta de imaginacióin, de flexibilidad mental para "conectar los puntos".

En el caso actual del Medio Oriente el tema de la inteligencia fallida en percibir una realidad patentemente visible se debe a una política inercial cuya adecuación a los hechos inminentes queda congelada

La senadora (D)por California Dianne Feinstein, expreso hace pocos diás su frutración personal con el desempeño de la comunidad de los servicios de inteligencia- La senadora es presidente del cómite de inteligencia del senado estadounidense: Ha debido haber una alerta mucho mayor y más temprana, parcialmente porque los manifestantes estaban utilizando IN y los medios sociales.




Toda la efervescencia social de jóvenes unidos por aspiraciones comunes enfrentadas a oportunidades disminuídas, diferidas o negadas busca comunicarse y expresarse en IN dando lugar a un intenso tráfico homogeneizador de intenciones y acciones. La senadora Feinstein señala que los servicios de inteligencia no han prestado la debida atención a ese caudal informativo. A continuación un video exhibe el ambiente de la plaza Tahrir -la noche del pasado lunes 07 de febrero- plataforma de lanzamiento de una revolución que busca escapar de una dictadura y abrirle paso a una democracia por diseñar.





Otro reportaje complementa la visión nocturna del anterior y revela el espíritu animador de las protestas iniciadas hace más de dos semanas:



La ceguera institucional afectó al famoso Mossad israelí e igualmente al Aman, servicio militar de inteligencia. La causa de semejante falla fue la total dependencia de la información proveniente durante dos décadas del servicio de inteligencia militar egipcio dirigido por el general Omar Suleimán, actual vice-presidente encargado de la jefatura del estado dada la renuncia de Mubarak.

STRATFOR SATELLITE IMAGERY



LA SEGUNDA FALLA DE LA INTELIGENCIA INSTITUCIONAL

Los principales servicios de inteligencia que se ocupan del complicadísimo acertijo del poder en el Medio Oriente no previeron ni la intensidad del compromiso de los manifestantes egipcios ni la naturaleza de sus reivindicaciones.

Hubo una especie de apuesta latente a que las protestas públicas perderían impulso y declinarían numéricamente a partir del lunes 07 de febrero. El mismo general Suleimán seguramente actuando como vocero del general Mubarak amenazó el domingo 06 de febrero a los manifestantes insistiendo que ya no estaba dispuesto a tolerar las concentraciones públicas y que no entendía por qué la gente no regresaba a su casa
para reiniciar una vida normal.

Dicha declaración provocadora levantó una nueva enorme ola de rebeldía por parte de un pueblo en la calle que durante diez días venía incumpliendo y desafiando públicamente el toque de queda efectivo a partir de las 4pm.

La realidad fue que el martes 08 de febrero el caudal de gente en la plaza de Tahrir superó ampliamente los pronósticos y fue aún mayor que en los días previos a partir del 25 de enero pasado.

El error de cálculo se evidenció de manera dramática cuando el aún presidente Hosni Mubarak da una declaración televisada en las primeras horas de la noche del jueves 10.

La expectativa general fue la casi certeza de que anunciaría su retiro y renuncia inmediata a la jefatura de estado. Este criterio se justificaba en la expansión de las protestas fuera de la plaza para sitiar tanto al parlamento como al enorme edificio sede del poder ejecutivo y en las primeras acciones de apoyo por parte del movimiento laboral a los manifestantes en Tahrir.

La frustración y la rebeldía de la calle de centenares de miles de manifestantes explotaron cuando Mubarak se limitó a repetir su supuesto compromiso de abandonar la presidencia después de las elecciones presidenciales pautadas para el próximo septiembre.Además, ofreció transferir "algunos" de sus poderes al vice-presidente general Suleimán quien 6 días declaró a ABC News que el pueblo egipcio carecía de cultura democrática.

Mubarak habló como un "padre a sus hijos" y lamento la muerte de centenares de ciudadanos que durante los últimos 17 días se han opuesto a su gobierno de 30 años.Después dijo que si bien él no se avergonzaba de escuchar a los jóvenes de su país sí lo hacía en cuanto a escuchar cualquier tipo de instrucciones extanjeras independiente de sus fuentes o motivos" las cuales no había aceptado ni aceptaría en el futuro. Seguramente el tono destemplado de esta declaración finalmente puso punto final al titubeo exhibido por la postura de Washington la cual fue comparada como una "danza de vientre" entre el Pentágono, la Secretaría de Estado y la Casa Blanca.

Desde una toma de posición lacónica que insistia en el deseo de una "transición ordenada y pacífica" hasta una declaración presidencial sobre la salida NOW de Mubarak para después el martes 08 de febrero insistir en el requisito que la transición debería ocurrir "de manera inmediata e irreversible", Washington ha tocado todas las teclas del piano sin dar con la nota principal: la salida efectiva de Mubarak era el punto contencioso central de los manifestantes y la condición sine qua non para el inicio de las negociaciones que conducirían primero a una transición y más tarde a una desenlace electoral formal.

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