José Rafael Revenga Diciembre 30, 2012
Hasta el viernes, cuatro
días antes de su muerte ocurrida el 15.05.12 en Ciudad de México, Carlos
Fuentes, a los 83 años, daba los toques finales a su nuevo libro Personas, programado para ser develado a
los lectores el 20 de junio. Hacía medio siglo de la aparición de La muerte de Artemio Cruz.
Dos semanas
antes presentó en la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires el ensayo La gran novela
latinoamericana (2011) y el
libro de relatos Carolina Grau
(2010).
En una entrevista para elpaís.com
realizada en Buenos Aires pocos días antes de su desaparición Fuentes dijo:
“Ahora he terminado un libro, Federico en su balcón, pero ya tengo uno nuevo, El baile del centenario, que empiezo a escribirlo el lunes en México". [Se refería al próximo lunes 14.05.12Fuentes continúa hablando de su libro por salir a la luz (fue presentado en la FIL de Guadalajara el 24.11.12) y el otro apenas iniciado:
“En la que he terminado, Federico en su balcón, Nietzsche aparece resucitado en un balcón a las cinco de la mañana y yo inicio con él una conversación. Y la que voy a empezar, El Baile del Centenario, termina una trilogía de la Edad Romántica [La Edad del Tiempo], que cubre desde la celebración del centenario de la independencia en septiembre de 1910, que lo organiza Porfirio Díaz, y la celebración del fin del centenario en 1920, que la organiza Álvaro Obregón con José Vasconcelos, de manera que cubre diez años de la vida de México. Tengo ya muchos capítulos, notas y personajes. Hay una mujer que me interesa mucho, que no quiere decir nada de su pasado y se va descubriendo poco a poco, hasta que llega al mar y se libera”.
Es una alegría contar con un
nuevo libro de Fuentes -Personas- en el cual relata reminiscencias de vivencias
personales. Pero no solo se limita a ello. Fuentes nos da a conocer diversas
valoraciones de autores leídos y conocidos y cómo influyeron en él. En cuanto
tal, la nueva obra se entronca de cierta manera con ensayos previos como Geografía de la novela (1969), La nueva novela latinoamericana (1989) y La
gran novela latinoamericana (2011). En esta última habla de un amplio
conjunto de autores, unos consagrados y otros jóvenes.
Entre sus comentarios en La gran novela...(“un libro personal, porque no hablo de todo el mundo, dejo cosas que no me interesan fuera y no menciono a mis enemigos... escrito bajo una disciplina irregular”) incluye el siguiente:
Entre sus comentarios en La gran novela...(“un libro personal, porque no hablo de todo el mundo, dejo cosas que no me interesan fuera y no menciono a mis enemigos... escrito bajo una disciplina irregular”) incluye el siguiente:
“La novela realista y documental aún tendrá momentos importantes en la obra de Rómulo Gallegos y en los novelistas de la revolución mexicana. Pero dos de estos, Agustín Yáñez y Juan Rulfo, habrían de cerrar el ciclo con obras que a un tiempo tratan de un tiempo histórico (la revolución mexicana) y la trascienden con, más que, aunque también, la novedad del estilo, la estructura y la intención. Al filo del agua y Pedro Páramo cierran un capítulo temático (la revolución), pero abren un capítulo de la escritura como arriesgada búsqueda de lo no dicho antes. Así, la historia que nos contaron en el siglo XIX se convierte en la historia que nadie había contado antes: la pasión de Pedro Páramo por Susana San Juan, la soledad inmensa de los pueblos de Yáñez, la duda acerca del tema fundador: ¿quién es mi padre, quiénes son mis madres?”
“El heredero mayor de Machado de Assis es Jorge Luis Borges, quien da el paso de más. El universo aspira a la totalidad pero sólo lo explica la excepción. El Aleph es todos los espacios. Funes es todas las memorias, y la Historia universal de la infamia es todas las historias. Sólo que cada "absoluto" borgiano es vencido desde adentro por un amo personal (Beatriz Viterbo en El Aleph), por una disminución del absoluto (Funes) o por la particularidad excéntrica (La infamia). Al cabo, en Pierre Menard, Borges reescribe El Quijote, línea por línea, palabra por palabra. Sólo que la intención es distinta”.
“Más corrosivos, más libres, en cierto modo, del juego borgiano son Juan Carlos Onetti y Julio Cortázar. Onetti, en La vida breve, triplica al protagonista sin perder la diferencia entre los tres. Y Cortázar, en Rayuela y en sus cuentos, sólo emplea la diferencia entre las dos orillas (Europa-Argentina) para indicar, al revés de Borges, la universalidad de la diferencia. Los tiempos simultáneos de una operación quirúrgica hoy y de un sacrificio ayer nos hablan de este acierto cortazariano: lo diferente puede ser simultáneo o al revés”.
En verdad, quien le da sentido de
unicidad y categoría de género a la narrativa hispanoamericana del siglo XX
como expresión de la independencia del lenguaje, y por consiguiente, como
independencia de los pueblos, es Fuentes.
Él se dio y dio cuenta de la
globalidad del empeño de la “estirpe de
novelistas” en descubrir y comunicar lo “real imaginario y fantástico”:
“Ambos -mito y épica- serán silenciados por las prohibiciones de la Corona. La "historia oficial" sustituye a la imaginación épica mítica y la obligación de los súbditos del rey es callar y obedecer, dice el virrey de México, marqués de Croix. Sólo que junto con los "libros de los valientes", descubridores y conquistadores, llegaron las ideas de la época, secretas a veces, creciendo a pasos largos y lentos. La idea de América coincide con la Utopía de Tomás Moro, que Vasco de Quiroga quería recrear en Michoacán. Coincide con El príncipe de Maquiavelo, que parecería el abecedario de los conquistadores: no digas, haz. La descendencia literaria de Maquiavelo se encuentra en el Tirano Banderas de Valle-Inclán, los Archivos de Gallegos, el Pedro Páramo de Rulfo, el patriarca de García Márquez y, en su versión moribunda y final, en el Trujillo de Vargas Llosa. Genio y figura hasta la sepultura”.
“Menos obvia, más profunda, es la herencia erasmista en América. Visible en la arquitectura colonial de Aleijadinho en Ouro Preto o de Kondori en el Alto Perú, es en la poesía de sor Juana Inés de la Cruz donde la influencia erasmista es más cierta”.
Julio Ortega opinó sobre el significado
de Fuentes al conocer el fallecimiento de su amigo:
“Leer a Fuentes es exceder límites, cruzar fronteras, explorar la práctica latinoamericana por excelencia, la de la mezcla, que es su contribución a humanizar la modernidad. La escritura de Fuentes es de inmediato reconocible por su feliz energía, esa suerte de reverberación del lenguaje que discurre con ardor y nitidez”.
El mismo Fuentes lo atestigua en La gran novela latinoamericana:
“La novela del boom recuperó la amplitud de la tradición literaria. Hizo suyos a los padres de la nueva novela, Borges y Carpentier, Onetti y Rulfo. Reclamó para sí la gran línea poética ininterrumpida de Hispanoamérica. Le dio a la novela rango no sólo de reflejo de la realidad sino de creadora de más realidad… Amplió espectacularmente los recursos técnicos de la narrativa latinoamericana; radicó sus efectos sociales en los dominios del lenguaje y la imaginación y alentó una extraordinaria individualización de la escritura, más allá de la estrechez de los géneros. Por si fuera poco, el boom amplió espectacularmente el mercado de la lectura en América Latina e internacionalizó la literatura escrita desde México y el Caribe hasta Chile y Argentina”.
“A partir de Borges y Neruda –opuestos en todo menos en su profunda vocación literaria-; a partir de la generación del boom; y ahora, tras el búmerang y el crack, la literatura latinoamericana no ha hecho sino confirmar la regla de Alfonso Reyes: seamos generosamente universales para ser provechosamente nacionales. De Cortázar y García Márquez a Volpi y Padilla, nuestras letras son parte del patrimonio nacional, continental y universal. La antigua separación entre nacionalismo y cosmopolitismo ha desaparecido”.
Gabriel García Marquez y Carlos Fuentes, UNAM, México, 2008 |
En una entrevista dada en el 2011, Fuentes narra como surgió esa especie de cofradía informal, única en la historia de la literatura, que conquistó la lengua de España para hacer literatura en español:
“Lo que era muy bonito es que éramos muy amigos todos. Hay una foto de un año nuevo en Barcelona donde estamos Donoso, García Márquez, Vargas Llosa y yo. Todos abrazados. Ése es un momento muy bonito. Recuerdo ese momento en que había una gran fraternidad entre los escritores, una generación que quería cambiar la literatura latinoamericana. Y se logró, se cambió. Aunque las amistades se acabaron, pero la literatura prosiguió y de gran calidad. Pero fue una decisión que en ese momento salía La ciudad de los perros, salía Cien años de Soledad, salía La muerte de Artemio Cruz, salía Coronación. Entonces había un momento de efervescencia, de novedad, muy grande”.
“… [esa amistad] era natural. Tres de ellos vivían en Barcelona y yo los visitaba. Y yo era amigo de García Márquez desde antes de conocerlo, porque lo había publicado en México. Eh… de manera que eran amistades naturales, de generación, de profesión. Y aliadas a la creación de libros que me parecen importantes”.
Vargas
Llosa conoció a Fuentes en 1962, en la Ciudad de México, cuando el escritor
peruano trabajaba como periodista en la radio y televisión francesa:
“Él fue el segundo escritor que conocí en México. El primero fue José Emilio Pacheco, me lo habían presentado el día anterior”. Ya MVLL había quedado impactado por La región más transparente”.
“Vi a Carlos por primera vez en casa de un joven cineasta mexicano y en una situación francamente inesperada tratándose de él: empinado sobre una mesa, zapateando y creo que hasta cantando un corrido a voz en cuello y con algunos gallos. Era algo insólito, porque todos quienes conocieron a Fuentes saben muy bien que él no solía dar ese género de espectáculos. Por el contrario, cuidaba mucho las formas, la elegancia”.
50 años más tarde, el 21.11.12, Vargas Llosa recibe el primer Premio Carlos Fuentes a la Creación en el Idioma Español instituido por la Presidencia de México y Conaculta. En su discurso de aceptación el pasado noviembre, MVLL se expande en reconocer el talento y la proyección de Fuentes:
“Agradezco de todo corazón que me hayan otorgado el primer premio internacional, creado por México, en homenaje a Carlos Fuentes. Estoy muy consciente de que esta generosa decisión del jurado se debe en buena medida al ser yo algo así como el único sobreviviente operativo de ese movimiento, grupo o promoción de escritores que a partir de los años sesenta dio origen a la difusión por buena parte del mundo a la narrativa latinoamericana, me refiero al llamado ‘boom’, nadie sabe por qué y por quién se le bautizó con esta explosiva onomatopeya.”
Mario Vargas LLosa en su discurso de aceptación del Premio Carlos Fuentes en la Ciudadela en el Centro Histórico de la Ciudad de México (21.11.12) |
“Se ha dicho que ‘La ciudad y los perros’ (1962) fue cronológicamente hablando la primera novela del ‘boom’, pero creo que sería más justo decir que ese papel pionero o anunciador del ‘boom’ debe concederse a la primera novela de Fuentes, ‘La región más transparente’, que apareció en 1958, cuatro años antes de la mía”.
Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes muy a principios de los ´80s |
“La región más transparente fue acaso la primera novela latinoamericana que rompió el aislamiento en que hasta entonces nacían, vegetaban y morían tantas novelas”.
"Si hay un escritor latinoamericano que fue universal y ciudadano del mundo en todos los sentidos de la palabra, fue Carlos Fuentes… fue un gran agitador cultural, una gran ayuda para los jóvenes que trataban de abrirse un espacio en el mundo de la literatura, un puente que sirvió para unir a escritores de distintos países, lenguas, continentes".
"Dejó huella en América Latina y mostró a los jóvenes que los libros de gran ambición y gran vuelo literario no sólo se escribían en Estados Unidos, en Francia o Inglaterra y podían hacerse en nuestras propias tierras".
“En el caso de Carlos Fuentes, el talento literario era inseparable del encanto personal. Era ameno, culto, políglota y tenía amigos famosos por doquier (…) Daba siempre una impresión de seguridad y de éxito entre sus colegas”
MVLL de Silvia Lemus: “Sin ella, difícilmente hubiera nacido esa obra monumental que ahora celebramos”, |
PERSONAS
La
nueva obra de Fuentes se presenta como:
“Esta obra reúne un conjunto de
semblanzas donde el autor narra, recuerda y hace recuentos de hechos,
anécdotas, enseñanzas y peripecias vividas con, por, o en torno a personas que
han sido importantes en su vida; sus compañeros de travesía. […] Todas las personas reunidas en este volumen
son relevantes en el panorama cultural de México y del mundo, y ese rasgo
también las une. Entre las personas que moran en estas páginas están Alfonso
Reyes, Luis Buñuel, Françoise Mitterrand, André Malraux, Fernando Benítez,
Susan Sontag, Pablo Neruda, Julio Cortázar, Manuel Pedroso y Lázaro Cárdenas.
Está precedida por un preámbulo sobre Jean Daniel de quien
Fuentes comentó hace poco:
“Yo
soy muy amigo de Jean Daniel [Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, 2004], el director del Nouvel Observateur. Es un hombre que acaba de cumplir 91
años y es más lúcido que usted y yo juntos”.
Todos los escritos están llenos de recuerdos y de apreciaciones personales. Por ejemplo, la descripción del “Buñueloni “servido por Luis Buñuel en su casa en la Colonia Del Valle en Ciudad de México, a partir de las 11am: mitad ginebra, un cuarto de cárpano y un cuarto de Martini dulce. Fuentes lo bebía en sus reuniones los viernes por la tarde entre 4 y 7 en la casa de Buñuel. El relato de 20 páginas narra las intimidades y confidencias de Buñuel con la mención de la celebración de los 77 años del cineasta en Le train bleu de la Gare de Lyon en la cual se reúnen Julio Cortázar, el Gabo, Milan Kundera y Régis Debray.
Jean Daniel |
Todos los escritos están llenos de recuerdos y de apreciaciones personales. Por ejemplo, la descripción del “Buñueloni “servido por Luis Buñuel en su casa en la Colonia Del Valle en Ciudad de México, a partir de las 11am: mitad ginebra, un cuarto de cárpano y un cuarto de Martini dulce. Fuentes lo bebía en sus reuniones los viernes por la tarde entre 4 y 7 en la casa de Buñuel. El relato de 20 páginas narra las intimidades y confidencias de Buñuel con la mención de la celebración de los 77 años del cineasta en Le train bleu de la Gare de Lyon en la cual se reúnen Julio Cortázar, el Gabo, Milan Kundera y Régis Debray.
De André Malraux, resalta su admiración por Trotsky y su
creación cinematográfica L´espoir
(La esperanza) sobre la Guerra Civil española que proyecta un mundo de
“fraternidad entre hombres” en colaboración con Max Aub. Fuentes relata dos
conversaciones con Malraux: la primera en una cena en Ciudad de México en 1960
y la segunda en un almuerzo en París en 1976.
En cuanto a Neruda, Fuentes sintetiza en breves páginas la
biografía y la trascendencia del poeta. Lo conoce en 1962 en Concepción, Chile
al asistir a un encuentro de escritores de las dos Américas que después se hizo
famoso por las incidencias dentro y fuera de las reuniones en la Universidad.
Fuentes inicia su relato así:
“Escuché
a Pablo Neruda antes de conocerlo. Llegué de noche a Concepción. El poeta daba
una lectura junto al mar. La voz del hombre y del océano parecían fundirse en
una sola, vasta y anónima, salida del mar ceñido y filoso de Chile al encuentro
de la tierra de uva y lodo y cobre y salitre encerrada entre los Andes y el
Pacífico”.
“Era
como si en el séptimo día de la creación americana tanto Dios como el diablo se
hubiesen cansado y entonces Pablo Neruda tomó la palabra y bautizó todas las
cosas”.
Y por último, en esta entrega, selecciono algunos de sus comentarios sobre el impenetrable Julio Cortázar:
Julio Cortázar en París |
"Las entradas y salidas el universo cortazariano, sus galerías comerciales que empiezan en París y terminan en Buenos Aires, sus ciudades combinatorias de Viena, Milán, Londres; sus tablones entre dos ventanas de un manicomio porteño; sus largas casas ocupadas implacable y minuciosamente por lo desconocido; sus escenarios teatrales invadidos por el entusiasmo de los espectadores o por la soledad de uno solo de ellos. John Howell, incorporado a otra historia que no es la suya. Para Cortázar la realidad era mítica en este sentido: estaba también en el otro rostro de las cosas, el mínimo más allá de los sentidos, la ubicación invisible sólo porque no supimos alargar la mano a tiempo para tocar la presencia que contiene".
con Julio Cortázar, México, 1975 |
"Por eso eran tan largos los ojos de Cortázar: miraban la realidad paralela, a la vuelta de la esquina: el vasto universo latente y sus pacientes tesoros, la contigüidad de los seres, la inminencia de formas que esperan ser convocadas por una palabra, un trazo de pincel, una melodía tarareada, un sueño".
"La mirada de Cortázar-mirada de gato sagrado. quería ver el lado invisible de las cosas. Ese lado invisible¨era una inminencia, aún no sucedía. Iba a suceder. Quizá jamás sucedería. Salvo en una página de Cortázar, que de esa manera atribuía al poder creativo, a la creación de la imaginación, el poder oculto, el poder de ser o no ser en la vida diaria, teniendo existencia -¨realidad¨- suficiente en la página escrita".
Y después de todo el recorrido por Fuentes y algunas de sus Personas, Vargas Llosa ayuda, una vez más, a concluir la faena:
“La literatura es un antídoto contra los racismos, dogmatismos, fanatismos, que levantaron murallas y han llenado a la historia humana de genocidios (…) Nada mantiene activo el espíritu crítico de una sociedad como una buena literatura”.
RECURSOS
jrrevenga@gmail.com
@revengajr
Quizás haya sido el tributo a Borges más honesto el de Julio Cortázar, que una vez dijo a un periodista, que buscaba malquistarlo con aquél al contraponerlos políticamente, algo que pudieran haber dicho todos los autores del Boom Latinoamericano: “No hay nada que yo haya escrito que no hubiera escrito antes Jorge Luis Borges”.
ResponderEliminar