José Rafael
Revenga Diciembre 18, 2016
@revengajr
Presidente electo Donald Trump: “
“Imaginemos un mundo en el cual nuestros
enemigos y los carteles petroleros ya no puedan utilizar la energía como un
arma” (2016)
A tres semanas
del “petro-acuerdo” labrado por la OPEP
el 30.11 y a una semana del apoyo ofrecido por los no-productores OPEP, los
cuales añadieron un recorte de casi 600.000 b/d a los 1.200.000 b/d originales,
el mercado a nivel mundial y los países productores de crudo dan señales
positivas en cuanto a la evolución del precio por barril.
Parecería que
en los próximos meses los marcadores mundiales se situarán alrededor de los
$55/b. Quizás no tanto por la magnitud de la reducción ya suscrita sino, más
bien, porque el acuerdo parece aplicable lo cual ha llevado a Arabia Saudí de
ir aun mas allá de su recorte de casi los 500.000 b/d para así sostener el precio y hacer viable su oferta
pública de acciones en la empresa estatal ARAMCO programada para inicios del
2018 y de la cual depende su futuro fiscal.
Un precio de
$55/b para el WTI puede transformarse en un umbral cuya superación sería
contraproducente pues activaría una importante producción de shale en USA y llevaría a una pérdida de
mercado para los países árabes.
Actualmente,
Goldman Sachs proyecta un volumen de nueva producción de shale estadounidense equivalente a 800.000 b/d en 2017 lo cual se
sumaría al nivel actual de 4 millones b/d y la producción total estadounidense
alcanzaría a 8,8 millones b/d.
El
viernes 16.12 el crudo alcanzó su nivel más alto en los últimos 17 meses. El Brent
se colocó en $55,21/b y el WTI en $51,90/b. Esto representa un aumento del 23%
para el Brent en las últimas cuatro semanas y para el WTI un 20%.
No
obstante, hay fundadas dudas sobre si los dos acuerdos de viena a fines de
noviembre y a mediados de diciembre logren sostenerse más allá del primer
trimestre dada la competencia por los mercados. Por ejemplo, Irak recién firmó
contratos adicionales con sus clientes en China e India a pesar de haber suscrito el compromiso de
reducir su producción en 210.000 b/d.
Hay que
prestar una urgente atención al impacto de las medidas previsibles y/o
imprevistas de parte del nuevo presidente de los EE.UU. sobre la conducción
global de los hidrocarburos.
Un análisis
somero incluye, en primer lugar, una política centrada en el desarrollo
inmediato de la capacidad de producción de crudo y gas mediante la
desregulación del uso de los territorios federales. En segundo lugar, la
asignación de una amplia gama de incentivos para facilitar la producción
no-convencional. Un tercer factor es la exigencia de ampliar el numero de
puestos de trabajo.
Si las
anteriores consideraciones son razonables y propias de una política energética
catalizadora, hay que tener en cuenta que Trump maneja también otros criterios
directamente relacionados con la postura mundial del ejercicio de la soberanía
estadounidense.
El manejo de esta agresiva política energética quedará en manos de un cuarteto excepcional de ministros reconocido por su criterio de hacer el máximo uso de las reservas nacionales para lograr la independencia de importaciones para los EE.UU.
El manejo de esta agresiva política energética quedará en manos de un cuarteto excepcional de ministros reconocido por su criterio de hacer el máximo uso de las reservas nacionales para lograr la independencia de importaciones para los EE.UU.
El grupo lo
configuran: Rex Tillerson, jefe máximo de la Exxon y ahora nominado para la
Secretaría de Estado; Scott Pruitt dirigirá la Environmental Protection Agency;
Rick Perry estará al frente del Departamento de Energía y Rian Zinke será el
próximo director del Departamento de Energía.
Si a la
dimensión de una nueva política energética le agregamos el cuarteto de
ministros con un mandato y un enfoque homogéneo y, por último, algunos
criterios personales del próximo
presidente de los EE.UU. terminamos con una bandada de “cisnes negros”.
Trump ha
declarado que estaría dispuesto a cortar las importaciones de crudo
provenientes de Arabia Saudí si el Reino y otros países árabes no financian la
guerra contra el ISIS.
A este cuadro
multifactorial hay que añadir el efecto del alza de precios logrado por los
productores OPEP y no-OPEP lo cual paradójicamente impulsa la producción USA y
desata una guerra por los mercados la cual reducirá los precios.
Si bien los
efectos de los “acuerdos Viena” han sido positivos durante los primeros días,
hay que tener en cuenta que el “efecto Trump” distorsionará, en pocos meses, por
completo al mercado energético mundial.
Me seguiré
ocupando del tema en próximas notas.
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