José Rafael Revenga Abril 12, 2015
@revengajr
- el anuncio del “acuerdo” fue prematuro
- el “acuerdo nuclear ” genera un desacuerdo visible
- el caso del Yemen es más urgente que el de las armas nucleares
- una nueva coalición político militar liderada por Arabia Saudí y Egipto
- una nueva alianza: Israel y Arabia Saudí
- las sanciones se levantan de hecho
- los nuevos flujos de petróleo ejercen presión hacia la baja en los precios
- el conflicto abierto entre Irán y Arabia Saudí retrasa el descenso de los precios
- existe una probabilidad de nuevos “picos” en los precios dada la incertidumbre político-militar
El presidente Obama calificaba el 02.04.14 al acuerdo
de seis potencias (además de los EE.UU., Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania) con Irán como “un
acuerdo histórico basado no en la confianza sino en una verificación sin
precedentes”, dos días después matizaba su apreciación al declarar “el éxito no
esta garantizado”, “tenemos por delante mucho trabajo por hacer”. Para decirlo
en una frase: lo acordado es un pre-acuerdo tentativo en función de un acuerdo final e integral todavía por lograr antes del 30.06.15.
Obama se ve obligado a lograr la aceptación del
pre-acuerdo en primer lograr por el Congreso y al mismo tiempo por la recién formada coalición
árabe anti-Irán surgida a raíz de la rebeldía de los chiíes/hutíes en Yemen. En
cuanto a la postura de Israel, su Primer Ministro Netanyahu se opone a priori a
cualquier “acuerdo” que levante las sanciones económicas y financieras sin una garantía a toda prueba del
desmantelamiento total de la capacidad de enriquecimiento nuclear para siempre.
Es bien sabido que el lenguaje de los protocolos
diplomáticos es ambiguo y esconde más verdades que las puestas sobre la mesa de
negociación. Por ejemplo, la frase “verificación sin precedentes” no estipula el
grado ni el alcance del proceso pues establece solo una comparación con algo
casi inexistente hasta el momento.
Obama ha prometido la total transparencia en la
explicación del “pre-acuerdo” tanto a la opinión pública como al Congreso
estadounidense. Esto no garantiza el resultado de la faena pues corre el serio
riesgo de dar a conocer detalles los cuales por su imprecisión y potencial de
interpretación ambigua generarán mayor escepticismo.
Obama intenta hacer un bypass al Congreso al proponerse llevar directamente el acuerdo al
Consejo de Seguridad de las NN.UU. Esta maroma parece haber fracasado pues el
lunes 14.04 el Comité de Relaciones Exteriores del Senado considerara un proyecto de ley para revisar el Iran Nuclear Agreement.
De ser aprobado, y la probabilidad es que lo sea, Obama
estaría obligado a someter al Congreso cualquier acuerdo con Irán. Una de las exigencias del Legislativo es esperar por lo menos 60 días
antes de levantar cualquier sanción lo cual le daría una amplia oportunidad al
Congreso de actuar de producirse cualquier incumplimiento por parte de Irán.
El senador Bob Corker (R) quien preside el Comité lo
deja muy claro:
“El pueblo estadounidense debe tener una visión muy clara debido a la resistencia continua por parte de Irán de hacer concesiones, su larga historia de encubrimiento de sus actividades relacionadas con armas nucleares, su apoyo al terrorismo y su papel actual en desestabilizar la región”.
Esos criterios casi excluyen la posibilidad que el
Senado apruebe el “pre-acuerdo” en sus términos actuales. En especial, irrumpen
en el marco de aceptación varios factores externos a la letra y al alcance del
documento. El desmantelamiento de la Republica de Yemen, fomentado -así lo perciben Arabia Saudí y los países
árabes firmantes de la coalición anti-chiíes/hui íes- por el expansionismo iraní en todo el Medio
Oriente será causa suficiente para negar cualquier negociación con Irán.
El chantaje argumentativo del cual dispone Obama es
proponer, como contraargumento, una alternativa inaceptable lo cual
supuestamente haría atractivo cualquier acuerdo por endeble y poroso que sea.
Según Obama el abandono de las negociaciones o cualquier otra alternativa al
acuerdo sería correr el riesgo que Irán siga avanzando con su bomba nuclear lo cual conduciría a “bombardear las
instalaciones nucleares y arriesgarse a una nueva guerra en Oriente Próximo”.
La trampa reside
en presentar una sola opción para enfrentarla a opciones que nadie apoyaría. El
acuerdo actual será sometido a un profundo análisis del cual diversos sectores
y naciones extraerán un conjunto de vacios, vaguedades e imprecisiones que
servirán de barraje demoledor para restarle aceptabilidad.
El vector de fuerza que
incide sobre toda la dinámica aprobatoria del acuerdo es la pugna entre un
Senado con mayoría republicana que ha exigido ser parte de la negociación y la
estratagema de Obama de cortocircuitar al Senado. Hay que tener en cuenta que
47 senadores republicanos enviaron una carta dirigida al liderazgo de Irán
advirtiendo que cualquier acuerdo firmado con la administración de Obama no
sería respetado en un cambio de gobierno a partir de enero 2017 o sería
rechazado por el Congreso.
El Secretario de
Estado, John Kerry, calificó al documento de “una acción inconstitucional, sin
precedente…[una maniobra] absolutamente calculada y mal pensada”.
Una complicación
adicional que servirá de combustible durante los próximos dos meses y medio
antes de la fecha tope para la redacción final del acuerdo, reside en que
actualmente existen dos versiones no-coincidentes: la expuesta por los voceros
iraníes y la correspondiente a los responsables estadounidenses. Los EE.UU.
insisten en la firmeza de los conceptos y el control de las obligaciones
supuestamente asumidas por la contraparte mientras en Irán celebran el
levantamiento de las sanciones sin darle mayor peso a las restricciones.
El Primer
Ministro, Benjamin Netanyahu, le notificó al Presidente Obama que si el acuerdo
final se basa sobre lo preacordado constituiría una amenaza para la
sobrevivencia de Israel y legitimaría la agresividad de Irán en la región:
“Un acuerdo concebido de tal manera no sería un obstáculo en el camino hacia la posesión de un arma nuclear. Lo facilitaría”.
El vocero del gobierno israelí completo dicha
afirmación al decir que lo anunciado era:
“un paso hacia una dirección muy, muy peligrosa. Deja a Irán con una infraestructura expansiva intacta, no determina el cierre de ninguna planta nuclear. Permite que Irán disponga miles de centrífugas para continuar el enriquecimiento de uranio y que continúe con el desarrollo de mejores y más rápidas centrífugas”.
La versión
estadounidense enfatiza la reducción de las centrífugas de 20.000 a 5.000, la
neutralización de la mayor parte del inventario de uranio enriquecido y la
supervisión constante a cargo de los expertos de la Agencia Internacional para
la Energía Atómica.
Lo más curioso y
preocupante, es la aseveración del Ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif,
en la cual acusa a su contraparte estadounidense de mentir en cuanto a la
descripción del pre-acuerdo. La acusación fue repetida por el vice primer
ministro en relación a la explicación dada por la vocera del Departamento de
Estado a la cual calificó de mentirosa.
Los principales
puntos de discrepancia entre ambas versiones son:
i)
El cronograma para el levantamiento de las
sanciones. O se procede desde ahora o se espera al supuesto acuerdo formal en
dos meses y medio. Si se espera, ¿la remoción será total o será vinculada al cumplimiento de las
obligaciones por parte de Irán?
ii)
¿La congelación del enriquecimiento del uranio será por 10 años según Irán
o por 15 como menciona la versión USA?
iii)
¿Irán permitirá la inspección al voleo de sus instalaciones nucleares? ¿Sera tercerizada a la Agencia Internacional para la Energía Atómica?
iv)
En caso de incumplimiento progresivo y
parcial por parte de Irán, ¿cuál será el mecanismo para decidir cuándo, cómo y cuáles sanciones serían
aplicadas?
Lo que no ha sido
resaltado por los medios sociales es que el pre-acuerdo no tiene fuerza legal.
Se trata solo de una clarificación de conceptos y unas bases operativas preliminares
para delinear de aquí al 30.06 lo que se ha denominado un Comprehensive Plan of Joint Action cuya redacción se iniciara en el
futuro próximo.
Es necesario
recordar que es preciso diferenciar los discursos y la terminología formal propia
de los acuerdos y tratados de la realidad política y del impacto en el colectivo.
A todas luces, Irán es el gran ganador pues se ha generado el clima que en un
par de meses las sanciones serán eliminadas por lo cual ya se abre de hecho una
ventana para actuar como si ellas no estuviesen vigentes.
Un avezado comentarista internacional recuerda que
hace unos 20 años, el entonces Presidente Clinton expresaba:
“El acuerdo es bueno para los EE.UU. Corea del Norte congelara y después desmantelara su programa nuclear. Corea del Sur y nuestros otros aliados estarán mejor protegidos. El mundo entero estará más seguro a medida que frenemos la expansión de las armas nucleares”.
Dos décadas después,
Corea del Norte cuenta con un amenazante arsenal de armas nucleares.
Irán tácticamente es el gran ganador no solo a largo
plazo pues el acuerdo tiene una vigencia de solo 10 anos, sino en lo inmediato
pues de hecho las sanciones se dejarán de aplicar desde ya en una atmosfera de
flexibilización.
Los precios de la cesta petrolera
venezolana promediaron algo más de $48/b durante la semana que cierra el
10/04/15 lo cual significa un promedio para el primer trimestre del 2015 de
unos $45/b. De aquí hasta mediados del
año, el escenario estándar dicta el mismo nivel al actual.
Cualquier alteración dependerá principalmente
de cómo el mercado mundial perciba cual es el momento del levantamiento de las
sanciones y en cual medida una vez vencida la fecha límite del 30.06 para la
aprobación del acuerdo con Irán. En febrero pasado Irán exporto 1,21 mb/d con
una producción total de 2,8 mb/d. Su potencial de exportación adicional, una
vez eliminadas las sanciones o dejadas sin efecto, es de unos 1 mb/d.
Centros de estudios energéticos estiman que la producción iraní podrá
aumentar hasta en 500.000 b/d en un plazo de tres a seis meses y otros
700.000b/d antes de un año. Esa perspectiva combinada con un aumento de la
oferta de crudo iraquí es un factor fundamental en la estrategia de Arabia Saudí
y de los productores del Golfo centrada en no dejarse arrebatar cuotas del
mercado internacional. Por ejemplo, la producción de crudo saudí alcanzo el
nivel record de 10,3 mb/d durante el pasado mes de marzo.
El ministro de petróleo Ali al-Naimi
anunció que el nivel de
producción se mantendrá alrededor de los 10 mb/d al aclarar que Arabia Saudí
está dispuesta a restaurar un nuevo equilibrio en un nivel superior pero solo
si también participan en la estrategia los principales productores dentro y
fuera de la OPEP.
Mientras tanto, la agencia oficiosa iraní de
noticias -Fars News Agency- se pronuncia a
favor de un boicot internacional a la compra de crudo saudí para drenarle a Arabia Saudí “las capacidades militares, las reservas financieras
y la voluntad política” para continuar en su enfrentamiento con los hutíes en
Yemen.
O sea, el desenlace de las negociaciones a favor del acuerdo entre Irán
y los seis países negociadores –principalmente los EE.UU.- incidirá
directamente sobre el suministro adicional de una cantidad significativa -un millón o más de b/d- en el mercado
mundial. Es razonable esperar una presión hacia el mantenimiento o la reducción
del nivel actual de precios los cuales se sitúan, a grosso modo, en algo más
de $50/b para el WTI y cercano a los
$60s/b para el Brent.
Hay que tener en cuenta que Libia mantiene un volumen algo superior a los 500.000 b/d a pesar de su
guerra civil e Irak hace esfuerzos por colocar cantidades adicionales. Por
ejemplo, el total de sus exportaciones de crudo para el 03.15 fue 2,98 mb/b lo
cual representa un aumento de casi 400.000 b/d del mes anterior. El precio
promedio de venta fue $48,24/b.
El Yemen es un productor de menor cuantía con un volumen inferior a los
200.000 b/d pero hay que incluirlo en la
ecuación del desequilibrio “oferta/demanda” en caso que el paso de los
tanqueros provenientes del Golfo Pérsico hacia el Canal de Suez se viera
obstaculizado por naves de guerra iraníes en el estrecho de Bab el-Mandab.
El jueves 09.04 el Ayatola Ali Khamenei, suprema autoridad político-religiosa
de Irán hizo trizas al acuerdo al negarse a apoyarlo y al insistir que las
sanciones deberían suprimirse de inmediato al firmar el acuerdo final. En adición,
Khamenei rechaza la aplicación de “medidas extraordinarias de supervisión” del
desarrollo de la capacidad nuclear y la inspección de sitios militares
.
El presidente Hassan Rouhani fijó la misma posición al enfatizar que
todas las sanciones “deben ser levantadas inmediatamente” una vez el acuerdo
final sea firmado. Dado que es altamente probable que no sea firmado y
considerando que de hecho hay un “preacuerdo” el grupo de las seis naciones
occidentales negociadoras seguramente se desbandará y la aplicación de las
sanciones quedará en un limbo que permitirá la colocación de suministros
adicionales de crudo iraní en el mercado mundial.
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