José Rafael Revenga Noviembre 16, 2014
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@revengajr
“La vergüenza es ira
Vuelta contra uno mismo
Si
Una nación entera se avergüenza
Es león que se agazapa
Para saltar”
Octavio Paz
(Nueva Delhi, 03.10.1968)
Uno hubiera
pensado que una masacre tan innecesaria y despiadada como aquella infame Noche de
Tlatelolco del miércoles 02.10.1968 nunca jamás volvería a enlutar a México.
Trágicamente, a
casi medio siglo de aquella, la conciencia del pueblo mexicano así como la de quienes se ubican en cualquier longitud y latitud, se estremece
con una nueva matanza casi imposible de comprender y que, de ser posible,
supera en su inhumanidad a la anterior.
LA
NOCHE DE TLATELOLCO
Aquella fue dirigida
contra unos 10.000 estudiantes, vendedores ambulantes, transeúntes, amas de
casa, ferrocarrileros concentrados en la Plaza de las Tres Culturas en
Tlatelolco, Ciudad de México convocados
por el Consejo Nacional de Huelga en aquel año agitado por revueltas de los jóvenes desde Paris hasta
Tokio pasando por Berkeley y Praga.
Tlatelolco, Ciudad de México (02.10..1968) |
El relato
temporal de la tragedia en Tlatelolco se inicia con la confusión y temor
generados por unas luces de bengala que desencadenan el pánico entre los
manifestantes y la instintiva reacción de los 5.000 soldados apostados quienes
“sin advertencia ni previo aviso comenzaron a disparar... Los disparos surgían
por todos lados, lo mismo de lo alto de un edificio de la Unidad Tlatelolco que
de la calle donde las fuerzas militares en tanques ligeros y vehículos
blindados lanzaban ráfagas de ametralladora casi ininterrumpidamente…”.
En total, más de
300 muertos y miles de heridos y una herida profunda e imborrable laceración en
el sentir colectivo de los mexicanos.
¿POR
QUE?
La reconocida autora
mexicana Elena Poniatowska, Premio Cervantes 1963, reflexiona en su libro de
1971 sobre el por qué de la violencia ciega:
“Posiblemente no sepamos nunca cuál fue el mecanismo interno que desencadenó la masacre de Tlatelolco. ¿El miedo? ¿La inseguridad? ¿La cólera? ¿El terror a perder la fachada? ¿El despecho ante el joven que se empeña en no guardar las apariencias delante de las visitas?... Posiblemente nos interroguemos siempre junto con Abel Quezada. ¿Por qué? La noche triste de Tlatelolco —a pesar de todas sus voces y testimonios— sigue siendo incomprensible. ¿Por qué? Tlatelolco es incoherente, contradictorio”.
La decisión
ultima la toma de manera casi totalmente aislada el presidente Gustavo Díaz
Ordaz. El escritor mexicano Enrique Krauze, al consultar los documentos personales
inéditos del presidente, es quien se ha acercado más a la verdad histórica que permite una primera respuesta al ¿Por qué?
LA LECCION NO APRENDIDA
En la lectura dos motivos impresionan a
Krauze:
“la marcada inclinación de Díaz Ordaz a ver huellas de una conjura contra México en cada minucia y la mala información con que conto para tomar sus decisiones. En el marco de un sistema que concentraba el poder absoluto en el presidente, ambas condiciones –la paranoia y la distorsión- contribuyeron decisivamente a la tragedia”.
“Pero para Díaz Ordaz la conspiración era un hecho incontrovertible, peligrosísimo e inminente. A partir de esa premisa, tomo la resolución de llegar hasta las últimas consecuencias, como informo con ominosa claridad el 1º. de septiembre”.
“Pero la desinformación o, peor aun, la distorsión informativa no fue solo responsabilidad suya sino de sus ministros, y muy en particular del Secretario de Gobierno, Luis Echeverría, [presidente 1970-1976] que era –según los más diversos testimonios e indicios- su principal fuente de noticias. Díaz Ordaz no manejaba idiomas, desconfiaba de la prensa internacional, desprecia a la mexicana y escuchaba a muy pocas personas. Estaba aislado, pero el Secretario de Gobernación tenía su confianza. Por desgracia, la información que le transmitía no era fidedigna, y con toda probabilidad no lo era a sabiendas”.
Las anteriores
reflexiones de Paz, Poniatowska y Krauze han debido quedar como lecciones
primarias para cualquier aspirante a ejercer la primera jefatura de la nación
mexicana.
No ha sido así.
LOS 43 DESAPARECIDOS
El pasado 26 de
septiembre desaparecen 43 jóvenes estudiantes de magisterio de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en
el estado mexicano de Guerrero, secuestrados por la policía de Iguala. Siete
semanas más tarde, hasta el día de hoy, ese es el único dato cierto en una
asombrosa secuencia marcada por una total indiferencia y desatención de parte
de las autoridades locales y federales a pesar de una tempestad de indignación que
sacude a la opinión pública.
Finalmente, a seis semanas de la desaparición, la irrealidad, debida a la inacción de las
autoridades haciendo caso omiso del acontecimiento, toca tierra en una rueda de
prensa dada por el procurador general de la Republica el viernes 07.11 en la
cual relata lo que supuestamente sucedió en base a las declaraciones de dos de
los detenidos cuya culpabilidad no ha sido probada.
Sin embargo,
nada queda esclarecido a pesar de los macabros detalles expuestos. A ciencia cierta no hay pruebas y las
presentadas no logran vencer la incredulidad
de los padres ni la de la gran mayoría de los mexicanos. La supuesta
incineración de los cadáveres en el basurero de Cocula convenientemente hace
imposible la identificación científica de los restos calcinados.
La única
información fehaciente es que los 43 normalistas rurales fueron secuestrados el
26.09 por la Policías de Iguala y Cocula en el estado de Guerrero, y entregados a una
banda –los Guerreros Unidos- de las
que ahora los comentaristas denominan “ultraviolentas” en obvia complicidad con los uniformados en
materia de extorsión.
El “crimen”
cometido por los maestros era haber organizado una protesta pública en contra
del alcalde José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda. Los
estudiantes, en ese entonces, argumentaron que se dedicaban a recaudar fondos
para la escuela. Solo seis semanas después del acontecimiento fue detenida, en
Izatapalapa, Ciudad de México, la pareja Abarca/Pineda.
LA IRRESPONSABILIDAD DEL PRESIDENTE
La responsabilidad fundamental recae sobre el actual
presidente mexicano Enrique Peña Nieto. Su
gestión iniciada en el 2013, después de haber sido gobernador del estado de México,
marca el regreso del PRI al poder después
de un intervalo de 12 años. Se ha caracterizado por una lasitud en domar a una
violencia estructural enraizada en la vida diaria de la mexicanidad y desatada por
los narcotraficantes y secuestradores para quienes cavar una fosa y arrojar
en ella un centenar de víctimas es un protocolo
de acción sin miramientos y sin consecuencias.
El resultado es
un estado de crispación que los medios titulan “México en llamas”.
La consternación
popular ha llegado al extremo de una manifestación en la plaza del Zócalo el
sábado 08.11 la cual degenera en un
intento de quemar una puerta del Palacio Nacional. Cuarenta y tres organizaciones
civiles, número correspondiente al de los desaparecidos, han organizado el
movimiento 43x43 el cual se desplazó en
caravana durante seis días para recorrer los 200 km desde Iguala hasta la
capital.
La opinión pública
se resiste a creer en la muerte de los desaparecidos y exige al Gobierno el
rescate de los jóvenes los cuales casi ciertamente si fueron asesinados. El
pedimento radical de los familiares surgido de una tragedia colectiva, hace casi imposible la resolución
satisfactoria del caso policial de identificar las supuestas víctimas, apresar
y juzgar a los secuestradores potenciales asesinos. Por lo menos, el procurador
reveló con fundamento que los cadáveres encontrados en otras diez fosas no
correspondían a ninguno de los 43 desaparecidos.
Al final de su
intervención, el funcionario se expresó con la frase más verosímil de toda su
exposición: “Ya me canse”.
Mientras tanto,
numerosas movilizaciones tienen lugar en varias ciudades. Por ejemplo, en
Chilpancingo, capital del estado Guerrero, personas encapuchadas atacaron las
instalaciones del Palacio de Gobierno y unos 600 maestros incendiaron la sede
del Congreso y la Contraloría de la Secretaria de Educación.
Con la
multiplicación y radicalización de las protestas el turismo empieza a verse
afectado gravemente: la tasa de ocupación hotelera en Acapulco ha descendido a
un 20% y las visitas de los cruceros en
el 2014 ha caído a cinco en comparación con las 180 hace tres años.
El representante
de los padres de los estudiantes desaparecidos dió a conocer la lógica que
fundamenta la esperanzadora expectativa:
“No creemos en el gobierno mexicano porque definitivamente pues si en verdad los estuvieran buscando ya los hubieran encontrado. Son 43 muchachos. Es imposible no saber con todo el poder y los elementos que tiene el gobierno federal”.
El miércoles
12.11 el Equipo Argentino de Antropología Forense contratado por las familias
de los desaparecidos, revelo que los restos hallado no pertenecen a los
normalistas. El equipo está integrado por especialistas provenientes de Argentina, México, Uruguay, Colombia, Francia
y EE.UU.
Obviamente, la
tragedia de los normalistas da lugar a una grave crisis política en México la
cual parece no ser percibida por el presidente Peña Nieto quien por primera vez se refiere al caso once
días después del suceso y se toma 33 días para celebrar un primer encuentro con
los padres de los desaparecidos sin todavía haberlos visitados en el estado de
Guerrero.
La respuesta del Presidente
ha sido vaga y convencional frente a una indignación colectiva que aumenta en
intensidad y profundidad. Peña Nieto se ha limitado a convocar a
todos los poderes oficiales, los partidos políticos y las organizaciones
humanitarias a un dialogo para realizar “cambios de fondo” no especificados: “Como lo he reiterado en distintos espacios, no cabe el más
mínimo resquicio para la impunidad”.
Es
motivo de debate cuantas nuevas fosas han de ser cavadas para que el Estado
mexicano actúe con eficacia frente a lo que el Papa Francisco calificó, en su
audiencia general del 12.11, como la “dramática realidad” y la “criminalidad”
que subyace al tráfico de droga.
LA IRRESPONSABILIDAD Y/O LA COMPLICIDAD TERMINAN CON FOSAS PARA LAS VÍCTIMAS
El caso del alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, con la complicidad de su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, era bien conocido. El apoyo del crimen organizado junto con el PRD (Partido de la Revolución Democrática) para su candidatura en las elecciones municipales de julio del 2012 era asunto presente en la opinión pública.
Desde el 2009 la información de los nexos de los dos hermanos de su compañera con uno de los más poderosos narcocarteles -Guerreros Unidos- de México se encontraba registrada en la Procuraduría General de la República. No obstante, ni las autoridades federales ni el PRD, liderado por Andrés Manuel López Obrador (candidato presidencial en el 2006 y el 2012) actuaron. El PRD surge en 1989 producto de una amalgama inestable de expriístas, trotskistas, socialistas e izquierdistas pragmáticos liderados por la Nueva Izquierda.
Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial del PRD, en compañia del alcalde de Iguala y su esposa |
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