José Rafael Revenga Junio 16, 2013
El 16 de mayo pasado se cumplió el primer año del viaje sin
retorno de Carlos Fuentes a la “región más transparente”. Vale la pena
recordarlo mediante una muy breve selección de algunas de sus reflexiones.
Días antes de su desaparición, el viernes 01.06.2012, Fuentes da
una entrevista a La Nación de Buenos Aires la cual apareció en
la edición impresa del diario solo 2 semanas después su desaparición. El autor
se encontraba en Argentina como invitado especial de la Feria del
Libro. A continuación algunas de las reflexiones finales de Fuentes
generadas por el cúmulo de sus vivencias a lo largo de unos intensos 83 años.
La Nación: ¿Los
libros tienen futuro? Los chicos y los jóvenes parecen leer menos y se
interesan más por los avances tecnológicos, por otros formatos?
CF: El libro siempre es muy necesario. Creo que va
a cambiar la relación con el lector, no sé cómo, pero va a cambiar. Hay gente
en los Estados Unidos que me dice el e-book va a sustituir al libro impreso,
publicable, pero no va a suprimir la lectura. En Estados Unidos hay más
lectores que nunca, pero lectores de otros formatos, y la lectura es buena en
la medida en que alcanza a más gente y aumenta la cantidad de lectores. Y eso
es lo que está pasando con muchos medios modernos de comunicación, a los cuales
yo no les tengo miedo, porque sé que están promoviendo la lectura. Y hay un
dato importante: me encuentro con autores norteamericanos que me dicen que si
no fuera por el e-mail ningún editor les compraría sus libros.
Los colocan en Internet y son leídos, de manera que hay acá una novedad que no
acabamos de entender, como muchas otras cosas de un mundo tan cambiante como el
que vivimos. Pero no creo que peligre la lectura, no lo creo ni un minuto.
La Nación: La pasión por la
lectura está muy asociada a la educación, un déficit en muchos países de la
región. ¿Cree que la educación y la cultura ocupan el espacio que les
corresponde?
CF: Depende del gobierno. En México tuvimos la
gran experiencia de José Vasconcelos, que se encontró en el año 20 con un país
con 90 por ciento de iletrados. Y mandó a los maestros a las haciendas, a
educar a los campesinos. Muchos regresaron sin orejas, sin nariz, a otros los
mataron, porque los hacendados no querían que los campesinos supieran leer y
escribir. Y al mismo tiempo Vasconcelos publicaba a Homero, a Dante, a
Shakespeare, a Goethe. Y le decían: ¿Para qué, en un pueblo de analfabetos? Y
él respondió: "Para que lean esto cuando dejen de ser analfabetos".
De manera que hay que ver el largo plazo. El ignorante de hoy puede ser el
sabio de mañana. La educación es una marcha larga, dramática, superada
constantemente por la realidad, porque Vasconcelos en 1920 tenía que educar a
15 millones de personas. Hoy México tiene 110 millones y el número de
habitantes supera la posibilidad de enseñanza, de los presupuestos de
educación. Es un desafío constante.
La Nación: ¿Cuáles son sus
últimos proyectos?
CF: Hay una novela que se publicará en noviembre
en México, que se llama Federico en su balcón . Federico es
Nietzsche, que dijo que Dios había muerto. Y Dios le dice: "Para probarte
lo contrario te doy una segunda vida, puedes regresar hoy a Berlín".
Entonces vuelve y se da cuenta del eterno retorno de las cosas, la historia que
ve es la que ya conocemos pero en la actualidad, una repetición de temas
políticos, de personajes. Y Nietzsche se encuentra en el balcón dialogando
conmigo, con el autor, pero intercalando muchas historias.
En otra entrevista a un periodista de El País, realizada igualmente que la anterior en los primeros días
de mayo del 2012 en Buenos Aires, CF amplia sus reflexiones. La entrevista fue
publicada antes de la desaparición de CF.
El País:.¿Sin horror al vacío de la página en blanco?
CF: Miedos literarios no tengo ninguno. Siempre he sabido muy bien lo
que quiero hacer y me levanto y lo hago. Me levanto por la mañana y a las siete
y ocho estoy escribiendo. Ya tengo mis notas y ya empiezo. Así que entre mis
libros, mi mujer, mis amigos y mis amores, ya tengo bastantes razones para
seguir viviendo.
El País: Un escritor que recibe trato casi de jefe de Estado, ¿cómo se las
arregla para escuchar?
CF: Un escritor tiene que escuchar porque si no, no se sabe cómo
habla la gente. Anoche, por ejemplo, pasé dos horas o tres firmando libros en
la feria. Pero, sobre todo, para oír a la gente, para ver qué piensa. Y, más
que nada, yo les pregunto a ellos.
El País: ¿Le atrae algo
en particular de este principio de siglo?
: Me fascinan los cambios que estamos viviendo. ¿Quién iba a decirle
a usted que los cambios iban a empezar en el norte de África? Y de ahí se ha
extendido a buena parte de Europa y a los Estados Unidos, donde muchos de mis
estudiantes me dicen: “Yo soy doctor y no encuentro trabajo”. O… “Mi padre
ascendió a la clase media y yo siento que estoy bajando a la clase
trabajadora”. En América Latina también hay cambios muy grandes, aunque se ha
mantenido cierta estabilidad. Antes los problemas empezaban en América Latina.
Ahora parece que van a llegar a América Latina. Y es un mundo que no sabemos
nombrar. Si uno le dice a Dante, ¿qué se siente estando en plena Edad Media?,
él nos diría: “¿Y qué es la Edad Media?” No podemos nombrar esta época pero
sentimos que todo está cambiando. El Renacimiento sabía que era el
Renacimiento, la Edad Media no sabía que era la Edad Media.
El País: Decía
Picasso que cuando uno es joven lo es para toda la vida.
CF: Yo creo
que sí, yo creo que sí.
El País: No quiero
desaprovechar la oportunidad de hablar con una parte de la historia del boom para
preguntarle por algún recuerdo de su generación, de los escritores del boom,
de sus amigos.
CF: Lo que era
muy bonito es que éramos muy amigos todos. Hay una foto de un año nuevo en
Barcelona donde estamos Donoso, García Márquez, Vargas Llosa y yo. Todos
abrazados. Ése es un momento muy bonito. Recuerdo ese momento en que había una
gran fraternidad entre los escritores, una generación que quería cambiar la
literatura latinoamericana. Y se logró, se cambió. Aunque las amistades se
acabaron, pero la literatura prosiguió y de gran calidad. Pero fue una decisión
que en ese momento salíaLa ciudad de los perros, salía Cien años
de Soledad, salía La muerte de Artemio Cruz, salía Coronación.
Entonces había un momento de efervescencia, de novedad, muy grande.
UN HOMENAJE
La Academia
Mexicana de la Lengua organizó hace 4 semanas -al año de la muerte del
novelista- una sesión especial en el Museo Rufino Tamayo de Ciudad de
México, a la cual asistió Silvia Lemus quien fue su esposa. Fuentes fue
recordado como un "espíritu
renacentista encarnado en el siglo XX" por el editor y ensayista Gonzalo
Celerio quien añadió:
“A Fuentes nada humano le era ajeno, lo
caracterizó su capacidad de trabajo, su disciplina, su humillante fecundidad,
su curiosidad siempre niña, su pasión política y su templanza crítica, aunadas
a su amor por México. Fuentes se ubica en una estirpe de excepcionales escritores
mexicanos para quienes, como diría Alfonso Reyes, que fue su modelo, su
maestro, y su padrino literario, la única manera de ser generosamente nacional
es ser provechosamente universal".
"Pero la universalidad de Fuentes no
se debe sólo a su vocación humanista, sino a la dimensión internacional de su
obra, de su pensamiento y de sus intereses intelectuales".
Carlos Fuentes, en esto también creo
jrrevenga@gmail.com
@revengajr
¡Qué buena muestra de la lucidez de Carlos Fuentes. Igualmente estaba claro en lo tocante a la obsolescencia de las ideologías. El día de su muerte, se publicó en España y en México su último artículo, en el que se preguntaba cómo haría Hollande ante "…este nuevo desafío, el de una sociedad que al cabo no se reconoce en ninguna de las tribus políticas tradicionales: izquierda, centro o derecha…"
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