José Rafael Revenga Noviembre 11, 2012
Hace 3 años y medio, Mario
Vargas Llosa (MVL) daba a conocer un sugerente ensayo con ese título (La civilización del espectáculo) en la
influyente revista mexicana, con gran proyección hispana, letraslibres.
A mediados del 2012 don Mario hizo circular un artículo de opinión con igual título en varios importantes medios tales como
elpaís.com y la nación.com.ar.
Ahora, MVL ha ampliado y
revisado sus reflexiones y nos ofrece un conjunto de ensayos sobre el tema con
el mismo titulo. Su más reciente obra fue presentada el 25.04 pasado en el
Instituto Cervantes en Madrid en un foro a 4 manos con el filósofo y sociólogo
francés Gilles Lipovetsky. [http://youtu.be/4l9YPlnsIcU] La nueva recopilación de ensayos ha sido
objeto de varias reseñas y comentarios en diversos medios.
Para don Mario, la frase del título define la civilización de nuestros tiempos a lo largo de los 4 puntos cardinales de nuestro planeta. No es una etiqueta cualquiera. De inmediato me hizo pensar en El malestar de la civilización de Sigmund Freud a pesar de los 80 años de diferencia del mundo que enjuician y las diversas perspectivas de ambos intérpretes.
MVL procede a desencriptar la
frase acuñada por él. La “civilización” a la que se refiere el amigo es:
“La de un mundo en el que el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Sólo un puritano fanático podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieran dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo general en rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras. Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias a veces inesperadas. Entre ellas la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad, y, en el campo específico de la información, la proliferación del periodismo irresponsable, el que se alimenta de la chismografía y el escándalo”.
Es casi imposible no ceder a la tentación de
estar de acuerdo con su tesis. Las extravagancias de Rihanna, los secretos
culinarios y de otro tipo de Lady Gaga, los andares y desandares de las
hermanas KK, el topless de la princesa y así sin fin, inundan nuestra capacidad de
procesar información y ocupan casi totalmente nuestro ámbito personal.
Un ejemplo de quienes ostentan los primeros
lugares en twitter brinda una clara
evidencia cuantitativa del desbocado proceso en curso. Pienso en el primer
lugar que ocupa @ladygaga tiene más de 30 millones de “seguidores” los cuales aumentan
a un ritmo de unos 20.000 diarios. Todos ellos son bombardeados con un promedio
de 5 tweets diarios del tipo “me encuentro en los Campos Elíseos en un Rolls para comprar mi perfume Fame en Sephora”.
No discuto su talento artístico, cuyo principal mérito es haberse transformado en espectáculo a escala global, reconocido
desde Australia hasta San José, Costa
Rica pasando por San Petersburgo y Johannesburgo en su última gira mundial
programada hasta marzo del 2013. Me refiero al alcance del contenido de sus
mensajes y a qué nos hace estar pendiente de lo que ella pueda decirnos.
Lady Gaga, emblema de "la civilización del espectáculo". |
Otro ejemplo del las “twitter celebridades” es
KK quien tiene más de 14 millones de “followers” superando así al presidente Obama
con 13 millones, al Dalai Lama y a Bill Gates. A su vez, Mitt Romney, el
candidato republicano estadounidense, cuenta con solo 340.000. Obviamente, estas cifras
revelan más que otra cosa, un hábil aprovechamiento de las redes sociales para
el mercadeo y branding personal.
Si he escogido a las comunicaciones por twitter como referencia es porque el
asombroso medio se presta de manera impresionante a satisfacer la curiosidad
por lo efímero de intimidades personales banales. En ningún caso, es una causa
de lo señalado y enjuiciado por MVL.
¿Cómo explicar esta nueva dimensión que reduce
la vida personal y el interés por la de otros a una superficialidad marcada por
la fugacidad? ¿Qué pensar de esta asidua
curiosidad por lo insignificante pero que está presente como denominador común en
las más diversas culturas? ¿Cómo hemos llegado, casi sin darnos cuenta, adonde nos encontramos hoy en día?
MVL brinda, por lo menos, dos explicaciones de
las cuales extraigo algunas de sus reflexiones:
· “El bienestar, la libertad de costumbres y el espacio creciente ocupado por el ocio en el mundo desarrollado constituyó un estímulo notable para que proliferaran como nunca antes las industrias del entretenimiento, promovidas por la publicidad, madre y maestra mágica de nuestro tiempo…La publicidad ejerce una influencia decisiva en los gustos, la sensibilidad, la imaginación y las costumbres y de este modo la función que antes tenían, en este campo, los sistemas filosóficos, las creencias religiosas, las ideologías y doctrinas y aquellos mentores en Francia se conocía como los mandarines de una época, hoy la cumplen los anónimos creativos de las agencias publicitarias”.
· “Otro factor… ha sido la democratización de la cultura…Esta loable filosofía ha tenido en muchos casos el indeseado efecto de la trivialización y adocenamiento de la vida cultural, donde cierto facilismo formal y la superficialidad de los contenidos de los productos culturales se justificaban en razón del propósito cívico de llegar al mayor número de usuarios… Este criterio, proclive a las peores demagogias en el dominio político, en el cultural ha causado reverberaciones imprevistas, entre ellas la desaparición de la alta cultura…”.
Entre ellas colocaría en primacía al “vacío”.
Me refiero al vacío generado por la ausencia de apelaciones cuyo contenido
resuene más profundamente en la existencia del ser humano. Las doctrinas, las
ideologías, las profesiones de fe y las cosmo-visiones han caído en desuso
por abandono del terreno de la acción y
por ser estériles en cuanto a engendrar una “praxis” orientadora y hasta
transformadora de la condición humana. Quizás un Ortega diría de la “acción
salvadora de la circunstancia”.
En cuanto al segundo factor señalado por MVL,
encuentro que cae demasiado fácilmente en el dilema simplista y reduccionista
de la “alta” y de la “baja cultura”. Es fríamente constatable que la llamada
“alta cultura” ha dejado de ser reserva de algún tipo de élite para
“masificarse” a su vez. Como nunca antes, las múltiples expresiones de la “alta”
se encuentran a la disposición de los grandes números y son objeto de una
apreciación diseminada popularmente.
Quizás en el hondón de la verdad, para
etiquetar el por qué nos encontramos asiduos espectadores de la frívola
banalidad, deberíamos focalizarnos en ese “vacío” anticipado por la conocida y
tremebunda frase, falsamente atribuida a Andre Malraux,
Le 21eme siècle sera
spirituel, ou ne sera pas.
Lo que sí afirmó Malraux fue el siguiente pensamiento:
"Je pense que si l´humanité du siècle prochain ne trouve nulle part un type exemplaire de l´homme, ça ira mal".Está claro que Malraux no tenía en mente nuestra transformación en una condición angelical. Se trataba de apelar a un empeño de superación de “la condición humana” como dice MVL:
“…la vida humana no solo es diversión, también drama, dolor, misterio y frustración”.
EL 21: UN SIGLO EN EL VACÍO
Si como dice el conocido proverbio en latín “la
naturaleza aborrece un vacío”, la misma metáfora pudiera aplicarse a la
“condición humana” la cual en forma similar aborrece otro tipo de vacío tal
como lo menciona MVL.
El concepto de la vacuidad ha circulado desde
hace unos 30 años con la aparición del libro del eminente filósofo francés y
profesor de la Universidad Grenoble, Gilles
Lipovetsky: La era del vacío: Ensayo
sobre el individualismo contemporáneo:
“…el individualismo hasta una fecha reciente se vio impedido en su expansión por las armaduras ideológicas inflexibles, instituciones, comportamientos que se mantienen tradicionales y disciplinas autoritarias. Es esta última frontera que se ha desmoronado bajo nuestros ojos a una velocidad prodigiosa”.
En otras palabras, vivimos en la era del horror vacui debido a la desaparición progresiva de los meta-cuentos o narrativas con
pretensiones de universalidad y eternidad.
Lipovetsky amplía sus reflexiones:
“La modernidad se construyó en el siglo 18 al ensamblar tres grandes sistemas: los derechos del hombre y la democracia, el mercado y, por último, la dinámica de la tecno-ciencia. El problema reside en que esos 3 sistemas han sido fuertemente atacados por sistemas que los rechaza, por ejemplo, el totalitarismo que rechaza a la vez el mercado y la democracia. Hoy se hace sentir menos la necesidad de un contra-modelo que una nueva regulación que coloque al individuo en el centro”. (2006)
1) MARIO VARGAS LLOSA EN "OPPENHEIMER PRESENTA"
2) MARIO VARGAS LLOSA Y SU "CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO" (telemadrid.es)
3) PRESENTACIÓN DE "LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO" (Instituto Cervantes, Madrid, 24.04.12)
@revengajr
jrrevenga@gmail.com
Me parece muy adecuado que llames tentación a la posibilidad de aceptar la tesis simplista de Mario Vargas Llosa en su civilización del espectáculo. El mundo es bastante más que Lady Gaga, como el Imperio Romano fue bastante más que panem et circenses. No pienso leer un libro que privilegia una queja purista, escrita por alguien que no se incluye en su propia descripción. Al saber de su existencia, publicitada por la misma lógica mediática que condena, recordé otra exageración, la de Jean-François Revel en La Connaissance Inutile: "La primera fuerza que dirige el mundo es la mentira".
ResponderEliminarSe trata de simplificaciones arrogantes que dejan de considerar la riqueza del esfuerzo humano. Existen las Kardashian, por supuesto, pero también ocurren los trabajos del CERN, y la primavera árabe, y el Instituto de Santa Fe, y el iPad, y la propia obra literaria de Vargas Llosa, y el explorador de Marte, y lo que tú y yo hacemos.
Quienes propenden a la exageración no debieran hacer sociologías altaneras como ésta: “…una naturaleza sobreprotectora, que nos ha dotado a la vez de un clima benigno y de riquezas naturales, que no exigen otro sacrificio que la extracción, ha ido estimulando en nosotros… la certidumbre de que nos basta extender la mano para que el pan llueva sobre ella, y por esa vía, ha fomentado en nosotros la irresponsabilidad, la pereza y la sensación de que siempre algún milagro nos rescatará de la miseria, sin necesidad de que ofrezcamos nuestro esfuerzo a cambio”. (La generación de relevo vs. el Estado omnipotente).
La causación social es múltiple; cualquier intento por aislar un factor como causa primaria de la historia es un serio error de comprensión.