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17/11/16

TRES PUNTOS DE IGNICIÓN: MOSUL (IRAK)> SANA (YEMEN)> y ALEPO (SIRIA)




José Rafael Revenga                                  Noviembre 20, 2016

  • ·       El Medio Oriente en estado de “guerra permanente”
  • ·       Trump inclinado a utilizar fuerza militar de alto impacto más allá de los  ataques aéreos vía drones
  • ·       Crisis humanitarias, “estados fallidos” y plataformas de conflagración en Irak, Siria y Yemen                                                                              
La geopolítica es un concepto disciplinario que se ha revitalizado recientemente dada las acciones de diferentes naciones de proyectar su dominio territorial sobre espacios terrestres o marítimos ajenos a su soberanía actual.

Así, por ejemplo, la reciente proyección de Rusia en la península de Crimea y la actual expansión de China en el Océano del Suroeste del Pacífico.

La noción también se aplica a intentos de ocupación territorial  de movimientos meta-nacionales tales como el  Califato en proceso de construcción desde el noroeste de África hasta Eurasia por el Estado Islámico de Irak y del Levante (Daesh) o ISIS.

La definición clásica del concepto “geopolítica” es de Nicholas J. Spykman (1942):
“Se trata de la ubicación geográfica de una nación y de sus relaciones con los centros de poder militar que definen su problemas de seguridad”.

En la presente nota utilizo el concepto de manera elástica y correlacionado con aquel denominado “geoeconomía” con el cual está obviamente entrelazado.

Me limito a una exploración muy incipiente del tema pero deseo resaltar cómo varios puntos de ignición –o flashpoints-  se han activado en el Medio Oriente para responder a intereses nacionales proyectados más allá de sus fronteras originales con el riesgo o el diseño de generar una conflagración regional y una escalada mundial.

Guerras de alto impacto y baja visibilidad

 Si la I GM fue caracterizada como una “guerra de trincheras” y la II GM pudiera ser etiquetada más bien como una “guerra de fronteras”,  a igual que la contienda Irán-Irak de 1980-1988 , la dinámica conflictiva actual entre las naciones podría ser descrita como una “guerra a distancia” dirigida a controlar las geografías estratégicas de diversas regiones.

Además, este formato de guerra se lleva a cabo por actos de terrorismo por doquier, por la tercerización de los combatientes y con una dimensión novedosa: la “guerra digital” vía el uso de las redes sociales y el “ciber ataque”.

En el trasfondo del alza de temperatura de los focos de ignición localizados yace la posibilidad de una nueva guerra a nivel mundial  con armas de destrucción con un potencial mortífero nunca antes visto.

La presente nota se centra sobre los “puntos flash” activados en Mosul (Irak), Alepo (Siria) y Sana (Yemen).

MOSUL (IRAK): “El mayor desastre humanitario”



Mosul es una ciudad de casi 2 millones de pobladores situada en el extremo norte de Irak a unos 400 km de la capital Bagdad. Fue  ocupada en junio 2014 por el ISIS para transformarla en el cuartel general de su dominio meta-nacional.

El éxito de la fulminante operación se debió a la debilidad del gobierno central, en manos de los chiíes, y al abandono por parte de las Fuerzas Armadas Iraquíes quienes se retiraron de la ciudad en pocos días acompañados por medio millón de habitantes de los cuales 100.000 cristianos.

A pesar del significado  de la pérdida de control de una quinta parte de su territorio, de la entrega de una importante infraestructura petrolera y de ataques aéreos iniciados por los EE.UU.  El Ejército Iraquí no se encontró en capacidad de iniciar una ofensiva terrestre para recuperar el control de la ciudad sino más de dos años después de la ocupación
.
Solo en el 16.10.2016 se inicia la “batalla de Mosul” mediante el ataque por parte de unas fuerzas armadas de casi cien mil efectivos con amplio apoyo logístico y de inteligencia tanto de los EE.UU. como de Francia.



La ofensiva había sido programada por el Pentágono para marzo del presente año pero dudas justificadas sobre la preparación y la motivación de las fuerzas regulares iraquíes obligaron a postponerla siete meses. En las acciones militares también participan Francia y Turquía.

Es preciso anotar la participación de Irán que desde julio 2014 desarrolla una intensa campaña de ataques aéreos y ha facilitado la presencia de entrenadores y asesores del Hezbolá para identificar los blancos militares pertenecientes a ISIS.

Desde el punto de vista militar, la batalla por Mosul enfrenta un bien equipado ejercito de 100.000 efectivos (Irak Security Forces ISF) con unos 5.000 yihadistas entrenados en guerra urbana y preparados a luchar casa por casa (close- contact warfare) con todo tipo de trucos tales como utilizar a la población civil como escudo humano, el uso masivo de carros bomba, la ejecución de pobladores que utilicen sus celulares supuestamente para brindar información al “enemigo”, kilómetros de túneles  y todo tipo de artefactos explosivos improvisados.

La toma de la ciudad estaría programada para culminar en máximo tres meses. No obstante, es altamente probable que la recuperación requiera más de seis meses lo cual de por sí constituiría un fracaso con miles de víctimas en la población civil.



En este sentido, el Lt. Gen. Abdul Wahab al-Saadi, comandante de las fuerzas elite contraterroristas afirma que a pesar de avanzar de manera continua se pueden requerir más de seis meses para ejercer un control efectivo sobre el casco de la ciudad.
  
En mi opinión hay una alta probabilidad que la “guerra de Mosul” no logre capturar el centro de la ciudad a pesar del uso de ataques aéreos sostenidos los cuales han destruido 50 carros-bomba y más de 80 túneles.

En la actualidad, los defensores están siendo asediados desde los cuatro puntos cardenales según los cuales están distribuidos diversas unidades especializadas. 

Por ejemplo, la participación de los guerreros kurdos peshmerga se concentra en el noreste de la urbe mientras el Servicio de Contraterrorismo  chiíta se dedica a tomar las pequeñas aldeas  al norte (Bawiza) y al este de la ciudad para luego infiltrarse progresivamente en el casco de Mosul.

Mientras tanto en el flanco sur de Mosul elementos de la Policía Federal Iraquí se encuentran a solo cinco km del Aeropuerto Internacional.
Las milicias chiíes denominadas Movilización Popular (Popular Mobilization Units PMU), apoyadas por Irán, capturan la ciudad de Tel Afar al oeste de Mosul y la base militar al suroeste lo cual le permitiría iniciar incursiones contra ISIS en Siria.

Parecería que los últimos avances han tenido éxito a partir del jueves 17.11 lo cual facilita utilizar el aeropuerto internacional a 45 kilómetros al oeste de Mosul como plataforma de apoyo logístico al cerco cada vez más estrecho alrededor del centro de la ciudad en donde se concentra la población civil.

Lo que está en juego es la fragmentación de  Irak en regiones gobernadas por autoridades militares turcas, kurdas e iraníes lo cual resultaría en la desaparición de las fronteras conocidas hasta hoy de una población mayoritariamente suni gobernada por un gobierno de los chiíes.



En la partición inminente del territorio iraquí hay que tener en cuenta los objetivos del gobierno de Turquía, presidido por Recep Tayyip Erdogan, quien tiene como rival al Partido de los Trabajadores del Kurdistán el cual buscar ampliar la extensión de su dominio territorial ocupando la ciudad de Sinjar y anexarla al Kurdistán.

Las fuerzas militares de Irak y de la coalición de 15 naciones liderada por los EE.UU. tomó más de dos años para entrar en acción lo cual permitió la consolidación de ISIS en Mosul y en el norte del país. Tal pasividad ha permitido a ISIS ampliar sus pretensiones territoriales de un “nuevo califato” y conducir operaciones terroristas desde California hasta Turquía.

El éxito de la operación actual centrada en la retoma de Mosul no está garantizado pues los yihadistas tienen como rehenes a más de un millón de pobladores.



YEMEN: En el umbral del abismo

La situación en Yemen es un claro ejemplo de un conflicto que se prolonga en el tiempo, más de 20 meses, y de un “punto-relámpago” que se transforma en un factor catalizador de una conflagración que involucra a varias naciones en su región la cual amenaza en convertirse en una guerra transnacional entre varias alianzas militares post-territoriales.

En marzo 2015 Arabia Saudí decidió integrar una alianza con varias naciones árabes para enfrentar a las milicias armadas de los Houthis (o Hutíes) -un grupo rebelde chíi- las cuales decidieron generar una guerra civil en Yemen desde su zona territorial en el norte del país para apoderarse de la nación y lograr el control de la capital Sana y del palacio presidencial en enero 2015.

La sublevación se inicia a raíz de la “primavera árabe” en el 2011 la cual motivó protestas públicas masivas en la capital Sana que terminaron derrocando al presidente Ali Abdullah Saleh.

Para ese entonces ya el Pentágono había destacado un grupo de operaciones especiales que tenían como blanco la neutralización de una amplia sucursal de Al-Qaeda, enquistada en las colinas del oriente de Yemen, la cual aprovechó la inestabilidad política reinante para abrir otro frente de operaciones.


En consecuencia, más de 10.000 personas han perdido la vida y otras 37.000 han sufrido heridas graves. Además, hay tres millones de desplazados y una crisis humanitaria sin par que afecta a unas veinte millones personas.

Los rebeldes Houtis se auto-denominan “Apoyadores de Dios” (Ansar Allah) y representan una secta minoritaria  dentro la religión Chíita.

Lo que se inicia como una insurgencia popular contra un gobierno corrupto y opresor  se transformó en una amenaza regional dada la extensa frontera de mil seiscientos kilómetros que comparte Yemen con Arabia Saudí cuya monarquía es predominantemente Suni.







No hizo falta mucho tiempo para que el Reino considerara que los Houtis, al apoderarse de Yemen, se convertían en un perfecto instrumento para que Irán asediara militarmente a Arabia Saudí en su frontera sur.

De inmediato el Reino se concentra en estructurar una alianza integrada por Qatar, Kuwait, Jordania, Sudán, Senegal, los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos, Egipto, Francia y los EE.UU. la cual de inicio a una guerra de alta intensidad que a pesar de varios esfuerzos para acordar una tregua está lejos de extinguirse.

La propia Arabia Saudí inicia ataques aéreos (Operación Tempestad Decisiva) con más de cien aviones en marzo del 2015 y traslada un importante número de piezas de artillería a su flanco suroeste.






Todos los acontecimientos de la guerra en Yemen están enmarcados en el enfrentamiento entre chiíes y suníes pero más fundamentalmente en la rivalidad militar y política entre Irán y Arabia Saudí por el predominio en el Medio Oriente.

La potencialidad para desencadenar un enfrentamiento catastrófico queda evidenciada en la capacidad de los rebeldes de disparar misiles balísticos tierra-tierra con más de 500 kilómetros de alcance con los cuales pueden impactar buena parte de la infraestructura de la industria petrolera saudí.

A fines de octubre el gobierno Saudí acusa a los rebeldes de disparar un misil hacia la ciudad sagrada de La Meca el cual fue interceptado y destruido según las fuentes oficiales.

Los Houties niegan haber considerado a La Meca como un blanco militar y argumentan que el misil impactó el aeropuerto internacional de Jedda.
De cualquier manera, el hecho por resaltar es el intercambio de lanzamientos misilísticos entre ambas fuerzas lo cual conducirá a una violencia terminal.



ALEPO (SIRIA): Más allá del infierno

Si los “puntos flash” de Mosul en Irak y Sana en Yemen han permanecidos incandescentes durante dos años, más trágicamente incompresible es la situación de Siria la cual perdura desde hace seis años y cuyo símbolo nefasto es la destrucción de la ciudad de Alepo, el principal centro financiero e industrial de Siria.

Hoy en día las fuerzas rebeldes, controladas por ISIS y Al-Nusra, ocupan la parte este de la ciudad mientras los kurdos están presentes en dos zonas en el norte de la urbe y los militares oficialistas apoyados por milicias chiíes dominan el sector occidental.






La postura estratégica de la administración Obama ha sido la de una pasividad que paradójicamente ha alimentado a llamados grupos rebeldes los cuales se identifican con una filial de al-Qaeda (al-Nusra) y ha facilitado la permanencia de ISIS que ha convertido al norte de Siria en su base de operaciones mediante el control de Alepo en el noroeste  vecina a Turquía y casi a la misma latitud que Mosul en Irak.

La justificación exhibida por Washington ha sido su política de derrocar al régimen del Presidente Bashar al-Assad.


Tropas elite de Syrian Arab Army  (SAA) al mando del presidente al-Assad penetran en el sur de Alepo

Dado el resultado de las elecciones del 08.11 en los EE.UU. hay que introducir en el mapa mental del análisis prospectivo la afirmación de Trump en torno a la colaboración de los EE.UU. con Rusia para aniquilar a ISIS en Siria y como rebote apoyar al gobierno:
“A mí no me cae bien en absoluto el Presidente al-Assad pero Assad está matando a ISIS, Rusia está matando a ISIS e Irán está matando a ISIS”.
Rusia decidió intervenir en Siria en septiembre 2015. Desde entonces ha fortalecido su presencia en el puerto de Taurus al norte del Líbano, ha establecido bases militares en territorio sirio incluyendo aeropuertos, y hace unas tres semanas envió su único portaviones (Almirante Kusnetzov) a posicionarse frente a la costa mediterránea de Siria para utilizar sus MIG-29 en los ataques aéreos.



Dicho razonamiento, compartido por las tres naciones, resulta en un implacable asedio compuesto por miles de ataques aéreos sobre Alepo y sobre las “fuerzas rebeldes democráticas” hasta hace poco apoyadas por los EE.UU. El costo, en términos de bajas de la población civil, frecuentemente utilizada como escudos humanos por los yihadistas, es dramático.

NOTA

@revengajr

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